La radiactividad, que está presente de forma natural en todos los lugares de nuestro planeta y del universo, y forma parte esencial de nuestro entorno, fue descubierta a finales del siglo XIX por Henri Becquerel quien descubrió, en marzo de 1896, una radiación invisible, penetrante, espontáneamente emitida por el uranio. Demostró que esos "rayos uránicos" impresionaban las placas fotográficas y hacían que el aire condujera la electricidad.
A partir de ese momento, los médicos pretenden su utilización para desarrollar sus técnicas diagnósticas (utilización de Rayos X para ver el interior del cuerpo humano) y terapéuticas, desconociendo sus efectos biológicos, por lo que muchos de los pacientes sufren efectos perjudiciales a causa de las dosis recibidas.
Pierre y Marie Curie descubrieron otros dos elementos que emitían radiaciones parecidas. Al primero le dieron el nombre de Polonio en Julio de 1898 y al segundo lo llamaron Radio en diciembre del mismo año. Pierre y Marie Curie caracterizaron el fenómeno que originaba dichas radiaciones y le dieron el nombre de "radioactividad". A masas idénticas, el radio, el más activo de los "radioelementos" emitía 1,4 millones de veces más radiaciones que el uranio.
Ya en 1928, durante el Congreso Mundial de Radiología, se decidió crear la Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP) para que estudiase los efectos de los Rayos X y el Radium, y efectuase las primeras recomendaciones para su utilización segura.
Ya en 1928, durante el Congreso Mundial de Radiología, se decidió crear la Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP) para que estudiase los efectos de los Rayos X y el Radium, y efectuase las primeras recomendaciones para su utilización segura.
DESCUBRIMIENTO DE LOS RAYOS X
En 1895, un profesor alemán de Física, Wilhelm Róntgen, de Würzburg, experimentaba con un tubo de vacío: estaba haciendo pasar una corriente eléctrica a través de él cuando advirtió que, aunque el tubo estaba completamente encerrado en un recipiente de cartón, brillaba una pantalla fluorescente situada a unos 3 metros de distancia. Rayos invisibles atravesaban el cartón. Observó que cuando ponía la mano delante del tubo, la sombra de los huesos se hacía visible sobre la pantalla, y que cuando movía los dedos, podía ver el esqueleto en funcionamiento.
Los médicos de aquel tiempo percibieron enseguida el valor de estos Rayos X, nombre que les dio Róntgen. Al cabo de unos pocos años del gran descubrimiento, ya se habían instalado aparatos de Rayos X en muchos hospitales para ayuda de los cirujanos de huesos. Desde entonces los médicos han aprendido el modo de fotografiar ciertos órganos internos con los aparatos de rayos X.
Fuente: http://wwwradiotes.blogspot.com/2010/05/definiciones-de-las-principales.html y http://www.csn.es/index.php?option=com_content&view=article&id=129&Itemid=134&lang=es